Cómo la impresión en 3-D revolucionará el sector

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14261523506093Vivimos en un tiempo de aceleración tecnológica. Y la misma afecta a nuestro futuro inmediato, al modo en cómo se tejen las relaciones sociales y profesionales. Este artículo versa sobre las impresoras en 3-D, que nos devuelve al mundo de lo tangible en un mundo marcado por la supremacía de dos grandes intangibles: información y conocimiento.

El contenido de esta información bebe de un reportaje elaborado por el Diario El País. En el mismo, se toma como hilo conductor una exposición sobre objetos en 3-D que se aloja en el Palacio de Cibeles hasta el 26 de junio. Las posibilidades que abren esta clase de impresoras convocan la imaginación y suponen un cambio de paradigma.

Tanto es así que la revista The Economist dio su portada a una impresora 3-D en 2009 y la tituló: Tercera Revolución Industrial.  Estas máquinas ya se usaban a escala industrial en la década de los 80, pero aquel año se lanzó la primera para uso doméstico. Y es en ese trazo cotidiano donde se dimensiona la magnitud del cambio que está por venir. Y que está sucediendo ya en realidad.

Según la consultora Gartner, hoy casi el 50% de las impresoras 3D son adquiridas por particulares. El debate está servido: “Aún no lo vemos, pero cada vez más, tendrá consecuencias para la economía y ya plantea cuestiones sobre el copyright y la falsificación, las relaciones laborales, el papel del diseñador y el del consumidor, la cantidad de mercancía a producir, el transporte de la misma alrededor del globo, sobre el tipo de materiales a usar…”, dice Ana Domínguez Siemens, comisaria de la sala D-Espacio, que aloja esta exposición:‘En Futuro inmediato. Impresión 3D’, donde se muestran más de 30 productos creados por esta técnica.

“Ya hay millones de objetos en todo el mundo creados con estas máquinas, yo he seleccionado unos pocos que tengan interés desde el punto de vista del diseño pero, sobre todo, propuestas capaces de llevar esta tecnología un paso más allá. Y de hacernos pensar”, puntualiza la comisaria.

Entre esos objetos gobierna el avance y el sombro. En esa línea se inscribe por ejemplo escenas como un artista de Barcelona que fabrica un bar entero con una impresora en 3-d (los taburetes, las copas y la barra) hasta un puente de acero construido por un robot, pasando por una impresora que usa la arena del Sahara y  energía solar para crear cualquier objeto compuesto de sílice.

“La exposición abre una pequeña ventana a un vasto campo de productos y posibilidades que abarca ya casi todos los aspectos de la vida. A saber: comida, ladrillos, piezas de vidrio o de cemento, componentes metálicos para construcción, muebles, cerámicas, prótesis y escayolas, joyas y vestidos… Incluso órganos humanos. En breve, habrá impresoras 3D que trabajarán con células madre, y ahí estará el futuro de los trasplantes”, dice Domínguez.

La era digital dio un vuelco a la industria a principios de siglo. En sintonía con ello, hubo una serie de sectores que experimentaron una importante metamorfosis, como por ejemplo las discográficas y productoras de cine, por poner dos ejemplos.

“Ahora llega otro punto de inflexión que va a cambiar la relación entre el productor y el consumidor. El mercado tiene que darse cuenta, aunque me temo que ya va tarde, una vez más”, advierte la comisaria, mientras muestra el prototipo de unas zapatillas cuya suela, creada por impresión digital, puede adaptar su forma a las necesidades individuales de cada deportista.

Otro de los reclamos de esta exposición es el taller Los Hacedores, que enseña a los niños a crear juguetes a partir de sus propios dibujos. Así mismo, la exposición muestra otra serie de ejemplos vinculados a la creación de maravillas cotidianas, aprovechando las posibilidades que ofrecen este tipo de impresoras. En esa línea funciona por ejemplo un estudio de diseño holandés imprime piezas de puzle con volumen para componer sillas, o el trabajo del arquitecto Jorge López Conde (que ha diseñado la instalación de la muestra), quien presenta un colección de colgantes o el del chef Paco Morales, que está inmerso en un proyecto para hacer chocolates, helados, pasta…

En función de lo observado en la exposición, la pregunta surge de manera natural: ¿Qué viene después de esto? ¿Estamos preparados para afrontar con garantías de adaptación al cambio el futuro que dibujan las impresoras en 3-D? Responde la comisaria Domínguez: “Muchas empresas deben asumir que ya no solo venderán objetos acabados; también archivos digitales con diseños para que cualquiera, desde cualquier parte del mundo, los cree en su casa”. Un cambio de paradigma tan llamativo como abierto a posibilidades de cambio en nuestro consumo cotidiano. Y que también afectará de manera activa al sector de la comunicación visual…

Fuente de contenido: elpais.com

Fuente de imagen: metropoli.com y cosasdearquitectos.com